La sórdida vida de un mundo acomodado ha llegado a su fin. Se acabaron los sueños materialistas, que construían rascacielos, ahí, donde antes la vida tenía lugar. Se acabó la mentira del “American dream”.
Una pompa de jabón revienta en su suave descenso hacia la tierra, porque la tierra no está hecha para pompas.
Se acabaron las irreverencias de esta clase media que ostentaba poder. Se acabó el “just do it”, se acabaron por fin los sueños industrializados, los caprichos burgueses, la mentira de clasicismo material. Se acabó!
Un niño se retuerce de hambre entre el polvo de esta mundo infértil, que no es más que un exigua parodia deshonesta, de aquello, cuyo nombre no queremos recordar.
Tendidos en sobre la tierna hierba verde, un puñado de enfermizas deformaciones de la humanidad, imprime la marca de las suelas de sus zapatos en nuestras, aun inocentes, miradas de perplejidad.
Esta civilización descivilizada se acabó, y en su lugar ha dejado vacío el compartimento acorazado donde solíamos guardar con ansioso recelo nuestra pasión.
La tierna hierba se va tornando áspera y punzante, mientras continuamos mirando al cielo el abrupto descenso de los restos jabonosos de nuestras pompas de jabón.
